Todos los amantes de los libros hemos experimentado esa fascinante atracción que produce la contemplación de las iniciales historiadas en antiguos manuscritos. Nos atrapa no solo su belleza, también la curiosidad de estudiar lo que representan. Y es que su significado puede estar relacionado con el tema tratado en el texto, pero no siempre es así (aumentando aún más la curiosidad).
El maestro miniaturista se inspiraba en la realidad que le rodeaba: ropajes, peinados, arquitectura, decoración, objetos diversos, etc. Se trata sin duda de un valioso objeto de estudio para el investigador.
Un maravilloso ejemplo de iniciales historiadas lo encontramos en la Biblia Hamburg o Biblia Bertoldo, custodiada en la Biblioteca de Hamburgo bajo la signatura MS.GKS 4. Se trata de una Biblia Latina en tres volúmenes realizados en el scriptorium de la Catedral de Hamburgo en 1255. Una magnífica obra realizada con gran maestría que incluye 89 iniciales iluminadas, entre las que se encuentra un grupo que ilustra la elaboración del libro medieval. Son un ejemplo único, en el ámbito de expresíon artística y como fuente de estudio de la producción libraria medieval (1).
Apoyándonos en estas hermosas representaciones realizaremos un viaje al pasado para conocer un poco mejor los métodos empleados en la elaboración de un manuscrito medieval. Para la redacción de esta entrada ha sido fundamental la teoría del libro de la Doctora Elisa Ruiz Manual de Codicología, una obra absolutamente indispensable para todos los estudiosos del libro antiguo.
Ars Libri
El Arte de la Producción Libraria en la Edad Media
Estamos en la segunda mitad del s.XIII y nos proponemos llevar a cabo la compleja tarea de elaborar un libro. Comencemos...
Una vez decidido el texto que se iba a copiar el siguiente paso era el de obtener los materiales necesarios. A mediados del s.XIII la elaboración y uso del papel se había extendido por la Europa continental aunque su empleo era aún restringido y se seguía utilizando ampliamente el pergamino sobre todo en la ejecución de manuscritos de calidad.
En la imagen vemos a un monje examinando atentamente la mercancía del pergaminero que sostiene una pieza desplegada y guarda otra enrollada bajo el brazo, sería esta última la forma más fácil para transportarla. En un segundo plano algunas de sus herramientas de trabajo: un bastidor rectangular con una piel tensada secándose y a sus pies el característico lunellum, es un detalle mágnifico que hace referencia a las últimas fases de elaboración del pergamino. Si os interesa conocer más sobre la fabricación de pergamino pinchar aquí.
Para realizar un manuscrito era necesario comprar o producir, algunos monasterios se fabricaban sus propios pergaminos, un gran número de pieles. En ambos casos resultaba un producto costoso, aunque existían diferentes calidades que variaban su precio. Como es lógico cuanto más fina y perfecta fuese una piel mayor era su valor, teniendo su máxima expresión del lujo en las vitelas, entendidas como pieles obtenidas de animales nonatos o muy jóvenes, o como pieles trabajadas profundamente resultando de gran finura y blancura. Además se buscaba una cierta homogeneidad en todas las piezas que compondrían el libro, por lo que la selección de estas sería un proceso cuidadoso y seguramente el monje de la imagen pasaría un buen rato con el pergaminero examinando y eligiendo las pieles.
La elaboración del manuscrito conlleva una serie de decisiones previas que influirán en toda su construcción. Cuando el monje acude a comprar las pieles ya sabe la extensión de la obra y el formato que le van a dar, y, por tanto, el número de páginas que ocupará.
Cada pergamino debe cortarse de forma rectangular, aprovechando al máximo las pieles y manteniendo unas medidas constantes. Dependidendo del tipo de obra, su extensión, etc. se establecían unos criterios de diseño para el manuscrito. Se sabe que llevaban a cabo complejas manipulaciones gracias a las huellas físicas que permanecen en algunos ejemplares y cuya correcta identificación y preservación, sobre todo ante procesos de restauración, es sumamente importante.
En esta capitular vemos un monje sentado en su pupitre, la forzada perspectiva nos permite observar claramente la tarea que está realizando: con la mano izquierda sostiene una regla sobre la que se apoya para trazar una recta con un cuchillo de hoja curva. Trabaja sobre la mitad derecha de la piel, sobre una de las páginas, ha trazado ya tres líneas que formarán un rectángulo y parecen ser equidistantes a sus repectivos márgenes (lomo, corte superior y corte inferior) la tercera línea se adivina y, probablemente, esté llevando a cabo la delimitación del espacio destinado a la escritura.
Esta tarea no era una cuestión baladí, de hecho la observación de un manuscrito medieval abierto suele producir un efecto óptico de placer, dada la buena proporción y correspondencia de las diversas partes que lo componen. Se intuye que respetaban con fidelidad ciertos principios aritméticos que podían aplicarse mediante determinadas fórmulas. Estos algoritmos ayudaban a conseguir superficies armónicas y entre las varias opciones había, al menos, cuatro recursos prácticos: proyectar un rectángulo aúreo, uno de Pitágoras, uno proporcional al creciente o bien el llamado "canon secreto". La plantilla así creada serviría para la confección de las restantes hojas del ejemplar.
Hubo un tiempo en que el desconocimiento llevó a la práctica del guillotinado de los márgenes en algunos ejemplares para reencuadernaciones o restauraciones mal planteadas, por lo que es posible encontrar obras tristemente amputadas en las que se ha perdido esta información (y consecuentemente también otros valiosos datos como el tipo de cosido, nervios, cabezadas o la encuadernación original, entre otros). La mayoría de los testimonios conservados que mantienen su estructura original ofrecen unas armónicas proporciones, aunque no responden a los sistemas mencionados anteriormente. La carencia de tratados técnicos sobre la manufactura del libro, redactados en la época, dificulta el conocimento de los medios artesanales puestos en práctica durante el período medieval. Anque si se conserva una receta datable en el s.IX que prescribe observar las siguientes proporciones:
- La página guardará una relación de cinco partes de alto por cuatro de ancho
- El margen inferior y el lateral exerior ofrecerán una dimensión equivalente a una parte
- El margen superior presentará una altura que se corresponderá con 2/3 de una parte
- El margen lateral interior tendrá una anchura equivalente a los 2/3 del margen superior
- Si la página es a doble columna, el espacio intermedio tendrá igual dimensión que el margen lateral interior
Cuando se quiere averiguar si una pieza presenta algún tipo de superficie armónica se divide la dimensión del lado mayor por el lado menor de cada figura geométrica rectangular y este cociente indicará si puede ser consideraca como una de las modalidades descritas. Se propuso en su día adoptar un margen de tolerancia del 2% para los respectivos cocientes.
Ya tenemos preparadas la páginas y podemos continuar.
Ya tenemos preparadas la páginas y podemos continuar.
En esta imagen aparece otro monje, es otro personaje diferente al anterior, su rostro y pelo son distintos y además este va descalzo (me pregunto por qué). Se sabe que en la elaboración de un libro podían participar varias personas, asumiendo cada una de ellas una tarea especializada.
Nuestro portagonista esta muy atareado realizando el pautado o rayado, tarea consistente en trazar una serie de líneas que servirán para delimitar la superficie de escritura y guiar su ejecución. El monje se apoya sobre una larga regla para trazar las líneas que marca con ayuda de un objeto difícil de determinar, puede ser una punta seca, una mina de plomo o un estilete metálico. En el lateral derecho de la mesa se observa lo que puede ser un tintero con pigmento negro, lo que nos lleva a pensar en el uso de una pluma para marcar las líneas.
Los procedimientos empleados en el pautado han variado con el paso del tiempo y según las áreas geográficas. En el estudio de esta cuestión hay que tener en cuenta los siguientes aspectos: las técnicas aplicadas, los tipos de líneas, los esquemas resultantes, la descripción de los esquemas y los sistemas de pautado.
Las principales técnias de pautado:
- A punta seca, se extiende aproximadamente hasta el s.XIII.
- Uso una mina de plomo u otra sustancia colorante, en vigor a partir del s.XII.
- Con pigmentos, empleada desde el s.XIII y popularizada en el s.XV.
Los tipos de líneas básicos:
- Líneas maestras: las que delimitan la superficie de escritura.
- Líneas rectrices: aquellas destinadas a ser soporte del texto.
- Líneas marginales: las que discurren fuera del área de escritura.
- Intercolumnio: son las que separan las columnas de escritura.
Los esquemas de pautado:
El soporte es susceptible de recibir un trazado lineal con una infinidad de variantes en función de la disposición general de los diferentes elementos proyectados por el copista e inspirados en los usos locales imperantes.
La descripción de los esquemas de pautado:
Existen varios procedimientos para describir de manera rigurosa y sintética los diseños existentes. Una exposición detallada del sistema de clasificación propuesto por el profesor Leroy se encuentra en su obra Les Types de réglure del manuscrits grecs (1976).
Se pueden acceder a una base con descripciones de sistemas de pautado según Leroy, muy práctica y didáctica, para verla pinchar aqui.
Los sistemas de ejecución del pautado:
Se trata del sistema seguido para obtener el trazado de un mismo tipo de rayado sobre todos los folios de un cuaderno. En función de la técnica empleada se realizará sobre una página, folio o bifolio. Si se emplea la punta seca para su ejecución será posible marcar varios folios a la vez.
Siguiendo con el proceso de creación del libro vemos en esta capitular la representación de la transcripción del texto. Es llamativo ver que nuestro protagonista aquí no sólo es un nuevo personaje sino que además viste de manera diferente a los anteriores, mostrando un atuendo menos sobrio.
En su mano derecha sujeta el instrumento escriptorio y con la izquierda un cuchillo. En la Edad Media el acto de escribir se hacía con las dos manos, lo que significa que el copista no podía utilizar los dedos para seguir el texo origninal. El cuchillo servía para afilar la pluma y para eliminar con rapidez posibles errores antes de que la tinta se secara, pero también para sujetar el elástico pergamino y mantener la línea correspondiente mientras iba copiando las palabras de la misma.
Los amanuenses empleaban plumas de ave o de caña, que debían preparar previamente e ir reparando durante el proceso de copia puesto que la hendidura se iba abriendo con el uso o con el descuido. Todas las personas que sabían escribir preparaban sus plumas. Se ha desmostrado que las mejores son las cinco o seis más exteriores de las alas de ganso y cisne. En el s.XII Teófilo afirma que las más apropiadas son las de ganso. Los pavos, cuyas plumas son excelentes, son de origen americano y eran desconocidas en la Europa medieval.
En la imagen también podemos ver el tintero sobre el pupitre, podían ser de cuero repujado, de cuerno u otros materiales. Se conserva un cierto número de fórmulas medievales para hacer tinta. Existían diferentes tipos, principalmente las de carbón y las metaloácidas, sobre estas segundas podeís ver más información aquí.
Una vez terminada la transcipción era necesario revisar el trabajo realizado. En esta última imagen vemos al monje leyendo el texto, este personaje parece el mismo que realizaba el trabajo de delimitación del espacio destinado a la escritura (en la segunda imagen).
En los centros productores de libros existían escribas especializados (librarii) y avezados correctores (anagnostae). La tarea de estos últimos era especialmente ardua ya que exigía una lectura detenida de cada ejemplar, cuando la obra se realizaba mediante dictado el número de errores solía ser mucho más elevado.
Tras estos pasos que hemos visto aún quedarían otras acciones para terminar nuestro libro, como son la decoración e ilustración y la encuadernación, de las que hablaremos en otra entrada.
Dejaremos descansar a nuestros atareados monjes y si os interesa ampliar información a continuación teneís la bibliografía. Hasta pronto!
BIBLIOGRAFÍA:
DE HAMEL, CHRISTOPHER: Copistas e iluminadores, Akal, Madrid, 2001.
RUIZ GARCÍA, ELISA. Introducción a la codicología, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Madrid, 2002.
NOTAS:
(1) Web unesco: http://www.unesco.org/new/en/communication-and-information/flagship-project-activities/memory-of-the-world/register/full-list-of-registered-heritage/registered-heritage-page-5/ms-gks-4-2-vol-i-iii-biblia-latina-commonly-called-the-hamburg-bible-or-the-bible-of-bertoldus/
Breve información sobre el manuscrito e imágenes
Estimada Covadonga, le felicito por la magnífica labor de divulgación que realiza en su blog, excelente trabajo.
ResponderEliminarSoy el webmaster del blog www.odisea208.com
Desde hace unos 5 años me dedico a realizar entradas sobre libros antiguos, con la intención de motivar a los internautas a que visiten las bibliotecas digitales de todo el mundo, donde como sabe se encuentras verdaderas obras de arte. A la fecha son ya más de 600 las entradas de la pagina, y casi 13.000 imágenes recuperadas de diferentes fuentes.
Me gustaría recomendar su blog en mi página en el apartado del sidebar “Blog y sitios recomendados”, si está de acuerdo.
Saludos. Cesar Ojeda
Estimado Cesar, por supuesto será un placer que incluya este blog en su página web.
EliminarGracias y saludos.
Gracias Cesar, por supuesto que puedes incluir el blog y te agradezco que lo hagas. Mi mas sincera enhorabuena por tu labor acercando a los internautas los hermosos e interesantes tesoros que custodian nuestras bibliotecas. Saludos!
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